lunes, 16 de mayo de 2016

Etapa 20. La Paz


Etapa 20. La Paz

Al alejarnos del Titicaca camino de La Paz, el paisaje agrícola y ganadero se ve acompañado por la cadena andina que, de nuevo, hace acto de presencia. Cumbre nevadas al fondo de campos amplios que llenan la vista. Es un poblamiento diseminado que, a veces, se concentra en pequeñas aldeas de casas humildes. 





Más adelante, casi de improviso, El Alto se deja ver. Es una entidad urbana diferente a La Paz, pero unida a ella, una conurbación. Es una ciudad en sí misma, un barrio enorme formado por casas sencillas y calles mal arregladas, cuando no de tierra. No figura en las guías turísticas como lugar recomendable. Allí se encuentra también el aeropuerto internacional, uno de los más altos del mundo.

                             Vista parcial de La Paz desde El Alto.

La Paz es una ciudad situada en, como dicen ellos, una hondonada. Las laderas y cerros que la circundan están también ocupados por edificaciones que no tienen fin. Salvo el centro de negocios, donde se ubican las principales edificaciones bancarias y empresariales, La Paz se desparrama por doquier en construcciones de una o dos alturas de ladrillo visto sin enfoscar. 
Dos gigantes del Cenozoico flanquean la ciudad el Inti-Illimani, y el Huayna Potosí. Sus cumbres permanentemente nevadas vigilan la vida de los paceños y nos advierten de la situación altimétrica en la que  nos encontramos.


                            Calle de La Paz con el monte Illimani al fondo (6462 m.)


                                       La Paz y el monte Huayna Potosí (6088 m)


Otro de los atractivos de la zona norte de Bolivia y posiblemente el mejor reclamo arqueológico que posee esta nación es Tiahuanaco. Situado a unos 60 km al norte de la capital y a apenas 20 km del lago Titicaca, Tiahuanaco o Tiwanaku como también se le menciona es a Bolivia lo que el Machu Picchu es a Perú. Aquí estuvo la capital de un enorme territorio que ocupaba la mayor parte de Bolivia, la mitad sur de Perú y el norte de Chile.
La cultura Tiahuanaco floreció desde el 1500 a.C. hasta el 1200 d.C.

                                        Pirámide de Akapana

Tal vez el edificio ceremonial más importante del yacimiento arqueológico de Tiahuanaco sea el Kalasasaya. Su recinto, construido con megalitos de hasta 100 toneladas entre los que se disponen sillares regulares de distintos tamaños, ocupa 14.700 metros cuadrados.


                                   Muro exterior del Kalasasaya



                                            Kalasasaya. Puerta de acceso


En su interior los centros de mayor interés están en el llamado monolito Ponce, escultura de  3 metros de altura que representa a un dios o personaje divinizado de la cultura tihuanacota,  y la Puerta del Sol realizada en una sola pieza de andesita con un peso total de 12 toneladas.




                                     Kalasasaya. Puerta del Sol


No lejos del Kalasasaya se encuentra el templo semisubterráneo caracterizado por tener en sus muros la representación de 175 cabezas esculpidas en piedra.


                                           Templo semisubterráneo.


Unas 3 horas entretiene la visita a Tiahuanaco que, además del área arqueológica dispone de varios museos pésimamente concebidos y peor musealizados que, sin embargo, albergan importantes piezas arqueológicas localizadas en el propio yacimiento. El ticket de entrada para el recinto y los museos discrimina a los visitantes ya sean nacionales o extranjeros. Para estos últimos el precio es de 80 bolivianos, algo más de 10 euros.
Deshacemos el camino emprendido por la mañana para regresar a La Paz y de nuevo la Cordillera Oriental no nos abandona.


            Carretera Tiahuanaco-La Paz. Al fondo el Mururata y el Inti-Illimani




                            La Paz desde el telesférico, línea roja


La actividad comercial en La Paz se ve por todas partes, en algunas de sus vías, como la calle Graneros, el tránsito de paso se reduce a un pequeño pasillo central.
                                  
Calle Graneros

La oferta cultural se centra, principalmente en sus museos. Los cuatro museos de la calle Jaén se ofrecen por un único importe de 20 bolivianos. El Tiwanaku, en la calle homónima cierra como los demás los lunes. En ninguno de ellos se permite fotografiar sus interiores.


Museo Tiwanaku
                                                     

Desfiles, representaciones callejeras, bandas musicales, oradores espontáneos tienen su lugar de encuentro en la explanada de la plaza de San Francisco.



                                               Plaza de S. Francisco


No lejos de allí, en la plaza de Murillo se ubica el centro político y religioso de La Paz. El Palacio Presidencial, el Senado y la Catedral se dan cita en este espacio que, con frecuencia queda protegido por la policía que evita el acceso a los manifestantes de las frecuentes algaradas callejeras. En la fachada de la presidencia del gobierno ondea la bandera nacional flanqueada por la arlequinada de los campesinos y la litoral como permanente reivindicación boliviana por la costa perdida en su guerra con Chile en 1879.


                                             Palacio presidencial


A mitad de la calle Sagárnaga y perpendicular a ella se encuentra la calle Linares. Un sector de esta calle es la llamada calle de las brujas donde el esoterismo, los rituales, ídolos, ungüentos, pócimas, hierbas y demás artilugios tienen su lugar. Es frecuente aquí encontrar fetos de llama colgados en una exposición un tanto macabra. Sirven para quemarlos en un ritual en el que sus cenizas se ofrendan a la Pacha Mama.



                                                   Calle de las Brujas

Nos despedimos de la Paz. Aquí pusimos punto final a esta aventura que 50 días antes iniciamos en Bogotá. 4 países, 20  etapas y una mochila llena de imágenes imborrables que siempre nos acompañarán.





                                             Continuará.
                                 

sábado, 14 de mayo de 2016

Etapa 19. Copacabana


Etapa 19. Copacabana

Desde la terminal de autobuses de Puno sólo una empresa de transportes realiza el trayecto desde esta localidad hasta Copacabana. Tres horas de autobús ( 15 soles=4 euros) dura el recorrido. El paisaje de esta ruta es una llanura agrícola y ganadera. La proximidad al lago y el nivel freático somero que se observa, la hacen una tierra fértil. Al costado y en paralelo discurren cerros alomados carentes de arboleda.

                                                       Lago Titicaca


                                                   Llanura cerealista

 A dos horas de camino encontramos el paso fronterizo de Kasani donde debemos realizar los trámites aduaneros en ambos puestos fronterizos, que se encuentran separados por apenas 200 metros. Unos minutos después llegaremos a Copacabana. En Bolivia el reloj debemos adelantarlo una hora, seis horas de diferencia con España.

                                       Puesto fronterizo de Kasani. Perú-Bolivia



Esta localidad de poco más de 5000 habitantes vive por y para el turismo. Decepcionan sus infraestructuras, su urbanismo caótico, sus calles mal cuidadas. Tiene, sin embargo, un potencial turístico con el lago como protagonista y las visitas a las islas del Sol y la Luna. 
A Copacabana se la conoce en dos paseos, su plaza, el mercado, el puerto, y la calle que llega hasta él son los centros de mayor afluencia de personas. Si se desea tener una visión de conjunto de esta localidad  de unos 5000 habitantes y su entorno, es muy recomendable la subida al cerro de El Calvario, un nombre muy apropiado para valorar el coste de nuestro esfuerzo.


                                                    Zona portuaria


                                 Copacabana desde el cerro de El Calvario


En Copacabana hay dos clases de personas, las que venden y las que compran y todas confluyen en los espacios antes mencionados. Es también una localidad donde se nota la subida del precio de las cosas. Los alojamientos, sin embargo, mantienen precios competitivos, 40 bolivianos, 5,5 euros, cuesta por término medio una habitación individual con baño. Ese es también el precio de una pizza.

                                                  Isla del Sol

Dijimos adiós a Copacabana y tomamos las últimas instantáneas de la localidad desde la carretera que nos conducía a La Paz, última etapa de nuestro viaje.


                                                        Copacabana

                                                 Lago Titicaca


El viaje a la capital boliviana se hace bordeando el Titicaca. Seguimos más de 3800 metros de altitud, en ocasiones la carretera asciende y sobrepasamos los 4000 metros. Las imágenes siguen siendo hermosas. Un lago enorme de aguas plácidas, cuando no hace viento, y apto para el baño de los muy valientes.
La carretera se interrumpe para cruzar el estrecho de Tiquina. Dos pequeñas aldeas, S.Pedro y S.Pablo se miran frente a frente separadas por un kilómetro de agua. Decimos adiós al Titicaca y enfilamos la carretera hacia La Paz.



                                                 Estrecho de Tiquina


                                                       Tiquina










miércoles, 11 de mayo de 2016

18ª etapa. Puno

18ª etapa. Puno


Abandonamos Cuzco con imborrables imágenes en nuestra memoria. Nos despide la imagen escultórica del inca Pachacútec alzado sobre un imponente pedestal situado en las proximidades de la terminal terrestre. Hemos iniciado esta nueva etapa con la advertencia de que no llegaremos a Puno. Una huelga de mineros ha cortado la carretera a la altura de la ciudad de Juliaca. En principio todas las empresas de transporte habían suspendido las salidas, hasta que una de ellas se decidió a hacerlo hasta la misma ciudad de Juliaca. Un grupo de viajeros decidimos apostar por la salida y así se inició el viaje. El autobús resultó ser una auténtica lechera que lento en su marcha y parando cada dos por tres hacía interminable el avance. La primera parte del recorrido discurre por un valle agrícola fértil y bien aprovechado por los vecinos. Alternan la agricultura cerealista con la ganadería vacuna y habitan en modestas casas de adobes sin lucir cubiertas en muchos casos por chapas onduladas en sustitución de tejas.




La segunda parte del recorrido, tras una subida sostenida, se va anunciado poco a poco por la desaparición completa de las arboledas y de los sembrados. El terreno se vuelve amesetado, hemos subido por encima de los 4000 metros, los pastos se adueñan del paisaje, las vacas, alpacas y ovejas pacen a sus anchas. 



En estos terrenos llanos y elevados del altiplano peruano las aguas corren lentas, pausadas, sin apenas apreciarse el movimiento en su superficie. Ahora las aguas viajan al sur hasta encontrarse con su destino inevitable, el Titicaca.




Nuestra llegada a Juliaca, tras siete horas de viaje, coincidió con el levantamiento del piquete minero. El atasco kilométrico producido por tantas horas de corte de tráfico no auguraba una marcha rápida hasta Puno. Abandonamos Juliaca, una ciudad que muestra una imagen de provisionalidad, parece estar haciéndose. Es una ciudad sucia, invadida por el polvo que levanta el viento abundante de esta zona y el transitar por sus calle terrosas de los vehículos a motor. Gran tarea para sus gobernantes que, además, deben limpiar la imagen de ciudad peligrosa. 


Río Maravillas y Juliaca al fondo

La carretera de Juliaca a Puno sigue el mismo trazado llano y rectilíneo y, en sus lejanas vistas se advierten zonas lacustres donde las zancudas se alimentan plácidamente.
El último tramo de la carretera, a la entrada de Puno, se desciende hasta la ciudad en un paisaje con el lago al fondo que nos pareció de una gran belleza. Estamos a 3820 metros de altitud. Los días son soleados y la temperatura suave, descendiendo mucho por la noche.


                               Puno al atardecer a orillas del lago Titicaca


La oferta cultural de Puno es limitada, sobre todo si la comparamos con otras ciudades recientemente visitadas. La catedral, el museo Carlos Dreyer,  la casa del Corregidor y algunas iglesias como la de la Candelaria, patrona de la ciudad.
Puno mira hacia el lago, en él encuentra su potencial turístico. El Titicaca es un lago con aspiraciones de mar, se extiende a lo largo de 160 kilómetros de norte a sur y unos 60 km de anchura como distancias mayores. Sus aguas pertenecen en un 60% a Perú y un 40% a Bolivia. 


                                  Vista parcial de Puno desde el lago 


Puno, situado en una hermosa bahía, aprovecha los recursos arqueológicos de la zona y las islas, de Amantani, Taquile y las de los Uros como principales centros de interés.  Y, de entre todas ellas, las islas flotantes de los Uros, más cercanas a la ciudad, guardan un atractivo especial. La totora,  planta acuática,  es la protagonista.


La historia de los Uros arranca 300 años atrás cuando, al parecer, la subida de las aguas del lago les obligó a idear este sistema de vida.
Las islas se construyen a partir de la raíz de la totora, sobre la que se depositan la totora en haces. El acceso a estas islas está rigurosamente controlado por sus moradores que exigen previamente el pago establecido para el paso de embarcaciones.

                  
                                            Puesto de control de acceso

                       Maqueta explicativa de la construcción de las islas

Los Uros, de lengua aymara, construyen sobre estas islas flotantes sus viviendas, y para ello se sirven del mismo material. Unas pocas placas solares les hacen un poco más fácil la vida. Tradicionalmente, sus ingresos económicos provenían de la pesca y la elaboración de artesanías

Grupo de Uros

La totora es también el material con el que construyen sus embarcaciones, los llamados caballitos de totora, algunas de sus artesanías y también ha sido utilizada como alimento.


En la actualidad el turismo ha supuesto para ellos una importante fuente  de ingresos económicos. Los rituales de bienvenida en lengua aymara, la presentación de sus artesanías y los paseos en caballitos por el lago forman parte de un código aprendido y repetido mil veces con el objetivo de fomentar el gasto del turista.



Pocas veces la sensación de andar flotando resultó tan placentera.




jueves, 5 de mayo de 2016

17ª etapa. Cuzco

17ª etapa. Cuzco

Las 24 hora de autobús que separan las ciudades de Lima y Cuzco (1200 km) recomiendan sustituirlas por un viaje en avión. El trayecto se hace en apenas una hora. Cuzco, una ciudad que sobrepasa los 300000 habitantes, nos recibe a casi 3400 metros de altitud con un día soleado y una temperatura agradable. El mal de altura se apoderará del turista que no haya tomado sus precauciones: dolor de cabeza, mareo. Es una ciudad que vive por y para el turismo. Las artesanías, las entidades organizadoras de viajes, excursiones, cambio de moneda, restaurantes, tiendas, mercados. Por encima de todos sus atractivos  se encuentra Machu Picchu. Esta es la palabra más repetida en cartelerías y en boca de mil voceros que pregonan por doquier sus visitas.


Cuzco es una ciudad de plazas e iglesias. En su casco histórico se cuentan hasta doce iglesias que rivalizan en arquitectura y boato.


                                                   Plaza de Armas y Catedral



                                            Vista desde la puerta de la Catedral


Se conservan en algunas calles  lienzos de antiguas construcciones incaicas. La pesadez de la piedra se convierte aquí en armonía y sabiduría de los canteros prehispánicos. Los bloques encajan sin argamasa en ángulos difíciles de practicar.


El aprovechamiento de estas construcciones en etapas posteriores se adivina por doquier. El ejemplo más reconocibles es el de la Qoricancha, sobre la que se edificó la iglesia de Santo Domingo.

                                                    Qoricancha

Como en otras tantas ciudades que hemos visitado, el sabor hispano se reconoce por todas partes. Balcones en madera, rejas, plazas porticadas, patios interiores, ...


La oferta hotelera en Cuzco es enorme, se pueden encontrar desde hostales humilde y de difícil clasificación hasta los hoteles más lujosos imaginables.


      Claustro del antiguo seminario de S. Antonio Abad, actual hotel Monasterio


Cuzco es una ciudad en donde el comercio se practica hasta el agobio del turista. Cualquier artículo sirve de pretexto para tratar de vender. El objetivo desde primera hora de la mañana es la caza del turista, la venta de una pulsera, una pomada contra el mal de próstata, un masaje, una foto con una alpaca, un colgante, un tour a cualquier parte, ... Por la calle tocar el claxon es como un deporte. Se pita para animar al que te precede, para avisar de una maniobra, para protestar, para invitar a un peatón a tomar el taxi...
En esta época del año la temperatura es agradable y se evita el sol del medio día, pero cuando el sol se oculta el frío es intenso. Aquí el día y la noche se reparten casi por igual el tiempo.



Cuzco o Cusco, como llaman desde época reciente a esta ciudad los peruanos, tiene una de las mayores y más caras ofertas turísticas de todo Perú. Esta capital incaica y ciudad de gran relieve tras la conquista, tiene un enorme patrimonio histórico y cultura. Su región no le va a la zaga: Sacsayhuaman, Chinchero, Ollantaytambo..., son presentados en las agencias turísticas que las ofertan en paquetes. El plato fuerte de la visita a Cuzco es sin duda Machu Picchu. Las ofertas son numerosas, pero la opción de organizarla por tu cuenta se presenta interesante desde el punto de vista económico. Si se opta por esta fórmula hay dos opciones también la opción más rápida, cómoda y cara y la que podríamos llamar la opción mochilera. ¿Cómo se llega a Machu Picchu con la primera opción? Hay que contratar el billete de tren en una de dos compañías que hacen el recorrido (coste ida y vuelta 120 euros aprox.) Hay que sacar el billete de entrada en la oficina de Ministerio de Cultura (128 soles) y hay que tomar una combi (furgoneta compartida) para llegar a Ollantaytambo a tomar el tren (10 soles por trayecto).
Con esta opción se puede hacer todo en un sólo día si se madruga bastante. la combi hay que tomarla a las 4,00 a.m., como muy tarde (60 km). El primer tren suele salir a las 6,40 y tarda 1 hora y 30 minutos en recorrer otros 60 km. aprox. El tren tiene su parada final en la localidad de Aguas Calientes. A este pueblo sólo se llega en tren o andando junto a la vía férrea, no hay carreteras, ni caminos.
El tren discurre en la totalidad de su recorrido por el cañón del río Vilcanota. En la mayor parte del recorrido, el río y el tren pugnan por pasar y cuando la situación se vuelve desesperada, aparece un pequeño túnel para poner paz. Un paisaje idílico de gigantes se se alzan sobre las aguas cada vez más blancas del río que, por momentos, se vuelve torrencial.





                                              Río Vilcanota






No hay demora. Tras la llegada del tren a Aguas Calientes hay que sacar un billete de autobús para que te suba a la ciudadela (12 $ por trayecto). No es obligatorio, se puede subir a pié, pero ...
El autobús se afianza a un camino en pendiente zigzageante. Se viaja a saltos por una senda descarnada y polvorienta flanqueada por una arboleda maltratada por el pasar continuo de vehículos.


                                Camino de acceso a Machu Picchu


Y, de pronto casi por magia, los muros, viviendas, terrenos aterrazados, conducciones de agua aparecen ante nosotros y sólo queda pararse, respirar hondo y creértelo.
Para espíritus inquietos y cuerpos ágiles está la opción de subir al Huayna Picchu


Machu Picchu y Huayna Pichu al fondo



                                     Vista al fondo del río Vilcanota





Tras abandonar Machu Picchu, el viaje de vuelta sirve para rememorar lo visto, para saborear cada uno de los instantes que has pasado contemplando una de las maravillas del hombre, una obra de proporciones gigantescas en un medio ambiente de fantasía.
De vuelta a Cuzco nos queda aprovechar nuestro tiempo para visitar y aprender de la riqueza que esta ciudad atesora. De entre la oferta cultura destacamos sus museos. Alguno de ellos como el Museo Inka no permite fotografiar en su interior. Una opción barata y muy recomendable es la de deambular por sus calles y admirar la arquitectura colonial que atesoran sus casas. Una buena parte de las casonas coloniales del centro histórico albergan hoy día negocios de hostelería y tiendas. Guardan, eso sí, su aire hispano y combinan los basamentos de piedra,  los balcones y cornisas en madera, los enrejados artísticos y el gusto por las plantas, geranios principalmente.





La arquitectura también nos enseña cómo se aprovechan los materiales de construcción que, en muchas ocasiones permiten observar la superposición de edificaciones. El palacio arzobispal es un ejemplo de cómo se reutiliza una construcción incaica. En sus muros se aprende del ingenio y la habilidad de los constructores incas.


                                      Esquina del Palacio Arzobispal

En estos muros ciclópeos llaman la atención los sillares angulosos e irregulares y de entre ellos el más visitado es el llamado de las doce esquinas.


Muro lateral del Palacio Arzobispal


 En Cuzco, como en otros lugares de Perú, se palpa la defensa de lo indígena, es una forma, creo yo,  de búsqueda de identidad, de fomentar el orgullo como nación. Sorprenderá al turista la presencia de la bandera arco iris ondeando en los edificios oficiales. No se trata de la celebración del día del orgullo gay, si no de la bandera del Tawantinsuyo, el imperio inca. Este símbolo, creado al parecer en los años 70, ha sido adoptado en este caso por la municipalidad de Cuzco que lo enarbola orgulloso.


Municipalidad de Cuzco